
Olimpia dio continuidad anoche a las celebraciones de los últimos días, llevando al Defensores del Chaco
Gabriel Cazenave
El clásico de ayer no fue uno más. Tuvo un ambiente que lo rodeó que escapó a lo habitual. Olimpia llevó la fiesta del tricampeonato copero y el 60% del público al Defensores. Cerro Porteño esperaba con ganas que llegara el momento de jugar, para poder hacer algo en medio de un aluvión de celebraciones del clásico oponente.
Y las burbujas de los festejos parecieron dejar el camino abierto al Ciclón, que le tomó la iniciativa al conjunto decano, que se pareció de entrada al paralelo que acumuló derrotas en las tres fechas anteriores. La habilidad de Ramírez, la presencia inquietante de Guerrero y la conducción coherente de Salcedo configuraban las claves del mejor andar cerrista, trasladado al marcador por Salcedo con un tiro desde fuera del área, luego que Guerrero estrellase un cabezazo en el poste.
Olimpia no reaccionaba y cuando parecía que debía llevar a la segunda etapa su búsqueda de soluciones, se encontró con un regalo de Balbuena, Aquino y del línea Bejarano, que no se percató de una clara posición adelantada de Isasi, autor del centro que bajó el ‘‘Peque’’ para que Mauro anotara de cabeza el empate.
La historia fue otra desde que Córdoba y el uruguayo López entraron al campo en la complementaria. Le dieron a Olimpia un juego dinámico, preciso y contundente, que pronto se convirtió en una ventaja de dos goles, con las conversiones del ‘‘Paco’’, asistido por López y de este mismo, al aprovechar un centro de Da Silva.
Cerro ya no tenía fuerzas para reaccionar, pero consiguió descontar con un fuerte tiro libre de Jorge Núñez, que le aportó vibración al final de un juego balanceado en lo futbolístico (una etapa para cada uno), pero notoriamente favorable al Olimpia en lo anímico, que le permitió sobreponerse primero a la lógica fatiga de sus últimas y exitosas batallas y por añadidura a su rival.
Fuente: Diario ABC Color
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